Las calles se bifurcan
la ciudad , monstruo
devora transeuntes a su paso
La ciudad cíclica
los peatones incautos
el silencio que ensordece
la monotonía de lo conocido
lo cotidiano
Camino por las calles
que ya no son mías
recorro las esquinas
el café de siempre
el restaurante de la luz opaca
la biblioteca, el olor de los libros viejos
el café de las cinco de la tarde
La voz de la madre
el espejo roto
la figura sin rostro
la incapacidad
la incertidumbre
la angustia de estar en el lugar equivocado
El otro
ser extraño
a través de la ventana
la ventana... (ventana)
otro universo que se despliega
callejones inmensos
sin salida
Centro que convulsiona
diez, once, doce de la noche
todo vuelve a ser lo mismo
la ciudad empieza a dormir
y yo, a dudar
Con las rodillas entorpecidas
con el caminar ausente
sintiendo que voy dejando de pertenecer
al lugar de siempre
al lugar acostumbrado
al lugar real y cotidiano
Esto se convierte
en palabras mareadas
en malabares sin nombre
en intentos desesperados
por salir volando
al lugar más lejano
al lugar donde puedo sonreír
finalmente.
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